Cultivarse y construir

Alimentación

Después de haber visto muchas documentales y leído muchos textos sobre las desventajas de la comida rápida, las ventajas de la comida tradicional o casera, quejas contra los gobiernos que no regulan con más rigor las etiquetas (por ejemplo de la comida procesada) y recomendaciones, desde conspiracionistas hasta realmente científicas, sobre los tipos de comida que tenemos que consumir para tener mejores actitudes y mejores procesos cerebrales o para hacer menos aborregados y más asertivos, me quedo meditando.
Vamos a poner, por ejemplo, a una persona utópica que se ha dedicado a investigar qué tipo de comida le hace mejor para su desarrollo cognitivo, para su actitud en general y para su salud. Esta persona va a dejar de consumir por completo la sal yodatada, porque el yodo es un amansador, un inhibidor de reacciones de defensa. El discurso oficial es que se comenzó a poner en la sal a partir de las crisis de bocio de personas que estaban embarcadas dependían de la antigua comida enlatada o conservas de carne salada, por ejemplo en los barcos. Muchos consejeros naturistas defienden que no necesitamos evitar el bocio quienes no vivimos esas condiciones difíciles.
Esa misma persona también evita el flúor en la pasta de dientes y tiene filtros especiales para el agua alcalinizadores para tratar de evitar lo más posible el flúor que también se supone que está en el agua potable. En México no sé si realmente el agua potable tenga flúor y no me he puesto a investigar pero supongamos que sí y que se puede quitar con la filtración.
Nuestro mismo personaje, en vez de consumir carne procesada o carne de granja con hormonas, tiene el cuidado de comprar tanto el pollo como el huevo orgánico y de fijarse muy bien en la carne de res y de cerdo para ver que no tengan las sustancias que hacen que la carne retenga líquidos. Trata de verificar que sea músculo correoso, que se vea lo más natural y magro que se pueda encontrar. Por supuesto consume sal de mar y, es más, tiene los molinillos para sal y para otras especias y todo lo trata de consumir fresco. Lo que puede desecar ella misma, por ejemplo el epazote, el cilantro, otras hierbas las tiende en charolas hasta que se sequen. El resultado utópico es una persona que no está sometida por los supuestos calmantes alimenticios.
La misma persona evita la marihuana y evita cualquier otro tipo de droga, plantas alucinógenas, enteógenas, consume un mínimo de alcohol, ya no consume tabaco. Trata de que de que su cuerpo éste lo más limpio posible.

Aprendizaje y quehaceres

En otra área, no relacionada con la alimentación física sino mental, aunque no es mérito de la persona sino previsión y esfuerzo de sus padres, en vez de estar en los sistemas educativos que coartan la creatividad, que normalizan -según sus propias palabras- a la gente, estuvo en sistemas educativos que pretendían potenciar las habilidades, las aptitudes de las personas en desarrollo. El resultado es que desde niña y todavía a sus 20 años vive alegre, hiper creativa, prefiriendo las ocupaciones activas -y con esto quiero decir que en vez de ver la televisión produce televisión; en vez de escuchar el radio, produce radio; en vez de consumir revistas con opiniones personales o chismes sociales, lee libros o los escribe; escribe poemas y así, realiza muchísimas actividades Muchas de ellas hechas de forma casera, como libros producidos con fotocopias y cortados a mano y engrapados en casa, dibujos para vender en algún bazar de arte, pulseras tejidas, aretes de alambre de latón y alpaca, vaya, lo que ahora podríamos nombrar artesanal, hecho a mano.
Lo que considero medular es que cuando una persona nace con unas condiciones suficientes como para desarrollar su intelecto, su capacidad cognitiva, su capacidad crítica suficiente como para ir siempre más allá de sí misma -estoy hablando de esa competencia hacia adentro, de ser mejor que ella misma ayer. Cuando esa persona tiene más entusiasmo por seguirse cultivando, para estar en la biblioteca de la escuela estudiando entomología en vez de estar jugando a la comidita en el recreo de la escuela; cuando en vez de salirse a la calle a recorrer simplemente se dedica a jugar con su juego de química Mi Alegría o a buscar muestras entre las verduras y entre los bichitos de alrededor y las plantas para ver en el microscopio y después buscar en un libro de ciencia
-cuando no había internet -qué cosa había visto y enterarse que el parénquima en empalizada suena muy chistoso, pero es una cosa que está dentro de cada hoja verde que podemos toparnos entre las plantas y los árboles; que los coleópteros no tienen ninguna ningún impacto dañino en los seres humanos pues no tienen ponzoña, ni los lepidópteros, a menos que te los comas, y cuando se entera que el motor se oye disparejo muy probablemente por una falla en la bujía -antes que no eran fuel injection-, una falla de conexión o de cortocircuito en un cable de las bujías a partir del distribuidor pero al mismo tiempo sabe que es mucho más fácil lijar la madera de pino que tiene las vetas muy chiclosas por la savia pegajosa y entonces es más fácil lijarla al hilo de la veta y no en contra porque entonces nada más le sigue sacando astillitas, pero que también cuando cortas vidrio le tienes que matar los cantos, matar el filo a la parte del corte si no quieres cargarlo y acabar sangrando con los dedos perforados, pero también sabe que el relojito de 3 minutos con 15 segundos para hacer los huevos tibios te sirve para que los espárragos no te queden muy duros pero además sabe cuándo si tiene que bajar el suich general y cuándo no para arreglar un contacto, un interruptor de la casa o cambiar un foco, pero también sabe desde antes de la moda Gatellina que los poros de los cubrebocas no detienen un virus porque el virus es mucho más chiquito que el diámetro de los poros de la tela más fina de los cubrebocas habituales, pero también sabe que bajo la campana de gauss de la media siempre los datos son igual a uno y entonces si la campana es más chaparrita va a ser más amplia y si es más elevada va a ser más estrecha de la base, pero también encuentra la cualidad fractal de de las torres de las construcciones góticas y puede leer ahí desde entonces que Dios es igual a la raíz cuadrada de -1, pero también sabe -por haber resuelto las torres de Hanói muchas veces en físico en sus escuelas locas- que si pones los platos ordenados en el fregadero no se caen ni se despostillan y ya lo hace automático, pero también sabe de tensión superficial y de porosidad de los materiales y entonces exprime bien una jerga antes de pretender secar con ella otras superficies, pero también sabe cómo montar el estambre en una máquina de tejer de las mecánicas, pero también sabe hacer un dobladillo con aguja e hilo o con máquina de coser, pero también sabe leer en un mapa y orientarse -porque, bueno, el sentido de orientación si lo tiene desconectado-, pero también hace búsqueda bibliográfica tanto en bibliotecas físicas de papel como aplicando esas mismas herramientas en una búsqueda en Google y agrega las herramientas de discriminación para saber cuándo un artículo es serio y cuando no, pero también puede tornear patas de contrabajo o barandales de escalera y diseñar bases de datos para cálculos internos en compañías de seguros o programar en los antiguos lenguajes de computación.

Contexto social

La cosa es que las personas no solamente dependen de lo que hagan por sí mismas o sus familias sino de todo un contexto social. Durante los años sesenta y setenta hubo una reacción contra las escuelas alternativas, contra los métodos activos de enseñanza o más bien de apoyo del aprendizaje -que es muy diferente- diciendo que esos niños crecían siendo prepotentes, poco sociales, inadaptados o desadaptados y creyéndose los amos del mundo. Claro, comparados a personas que aprenden a no incidir sobre la realidad y a quedarse callados, una persona con preparación en herramientas de comunicación y a operar para cambiar su entorno se ve como rara, se ve como gritona y, cuando expresa una crítica, la crítica es recibida como una pelea, como un pleito más que como un detonador de debate.
Si además esta persona nace en una familia que no tiene contactos en general, por ejemplo en las labores a las que se quiera dedicar. Vaya, que quiere ser ingeniera pero no tiene ni conocidos ni en constructoras ni en la ICA ni en ninguna oficina importante, aunque ponga el esfuerzo individual en estudiar con muchas ganas y se prepare muy bien, de repente se topa con que los puestos donde podría desarrollar esa hiper creatividad que ya tiene están ocupados por los hijos de alguien, por los conocidos de alguien que tal vez puedan ser bastante ineptos pero son hijos y conocidos de alguien. Otro ejemplo: si esta persona es mujer ya tiene desandada a la mitad del camino o más porque, por una cuestión estructural, a las mujeres no se les toma en cuenta en las decisiones más importantes en este país ni en la mayor parte del mundo. No sólo en las decisiones más importantes; también, a partir de los estereotipos de género, a las mujeres se las encasilla en ciertos roles, en ciertas actividades, normalmente las menos remuneradas y se les impide o se les ponen muchas trabas para realizar otras actividades como ser mecánica automotriz, trovadora de verso improvisado o ingeniera agrónoma. Un tema de actualidad en este Covid-19 es que entre el pueblo raso hablamos de doctores hombres y enfermeras mujeres. Incluso con los excelentes intentos de paridad de género, de equidad y de lenguaje inclusivo que se están manejando en los medios gubernamentales, estos estereotipos nos permean a nivel sociedad y todavía no se logran quitar. Otro ejemplo, y es el que nos toca de cerca, dentro de la música tradicional o folclórica, cómo se usaba en los 70, en los 80 del siglo XX, la mujer tenía que estar bien bonita, bien peinadita, bien perfumadita, con huipiles lindos bordados y cantando bonito o, si acaso, tocando alguna percusión pequeñita, de esas percusiones que, si se equivoca, no pasa nada. Hasta el cansancio he escuchado a personas comentando que no va a ver a determinada mujer tocar porque canta feo y, bueno, la mujer toca muy bien pero el filtro mental de las otras personas les impide verla como música. Personalmente, he recibido a veces halagos, pero que suenan igual de amargos adentro de mi corazón, como que después de una hora de hacer una trova, de esos días que una amanece bien, impecable, una trova bien plantada con contenido, sin problemas de estructura, con pocos errores, llegue alguien que no sepa ni porque le gustó y te diga que “cantas bonito”. O lo contrario, después de esta trova afortunada, que llegue alguien y te diga -Oye ¿y por qué no vas aclases de canto?
Hablando de la visión amplia en que cultura es todo lo que no es natura, yo creo que en cualquiera de las expresiones de la cultura humana muchas mujeres, o la mayor parte de las mujeres, hemos tenido este problema aunque no nos demos cuenta de ello. Me explico: si yo nazco en una familia que me consiente mucho por ser mujer, que me apapacha y me dice todo el tiempo que soy bonita, que me arregle, que estudie las carreras “permitidas”: psicología, magisterio o enfermería (o sea puras labores de cuidado), gastronomía si acaso (aunque ahí también hay un problema grave porque los chefs están mucho mejor pagados que las chefs). A lo mejor esta mujer bienaventurada de familia bienaventurada está contenta con lo que está haciendo pero ni siquiera se dio cuenta de que la primera vez que le regalaron una muñeca, la primera vez que le regalaron el juego de maquillaje Mi Alegría que estaba de moda en los 70 o que no le regalaron un balón de fútbol, un Mecano, un juego de herramientas, ya la estaban limitando, ya estaban coartando su verdadera esencia creativa humana. Tal vez sea feliz, eso es un parámetro difícil de medir en cuanto a los pasados posibles, a los hubieras, porque puede ser muy feliz con lo que es pero a lo mejor hubiera sido más feliz con lo que hubiera podido ser con otras circunstancias de vida. Eso es una discusión más allá del tiempo.

Contexto infantil

Les pido que se imaginen una persona que creció así como les digo y que mientras otros estaban peleando en la esquina o de niños jugando una cascarita en el lote baldío más cercano o en una calle tranquila, ella estaba metida aprendiendo, desarrollando sus clases de guitarra, de cuatro, de charango, de arpa, de bombo, de violín, de vihuela, etcétera. Que, aunque no supiera que era un oficio, estaba inventando versitos desde antes de entrar al kínder y estaba escribiéndolos a máquina desde entonces y antes de aprender a escribir a mano. Imagínense que tiene además el infortunio de ser mujer, de ser de piel blanca, de haber sido de pelo rubio, de que se la haya oscurecido con el tiempo y de tener un acento extraño que no es de un barrio popular de la Ciudad de México donde nació pero que tampoco es de las colonias de clase alta o media alta. Imagínense que esa misma persona, por esas características, sufre los preconceptos de las otras personas que creen que si es de piel blanca y no pronuncia como barrio, seguramente tiene dinero y cuando no lo tiene la tratan como que si lo tiene y no lo quiere dar. Que esa misma persona, por ser mujer, cuando está parada junto a varios trovadores o no trovadores sino decimistas que escribe, y que empezaron hace 10 años cuando mucho, a ellos les dicen maestros y a ella le dicen güerita o últimamente señora y asumen que ella es alumna de ellos. Que una compañera música le diga que ella no es música porque no la ha visto con una partitura enfrente y entonces asume que no la puede leer o que nunca la ha visto o que nunca le ha interesado y que ella simplemente toca pues por gusto cuando se le pega la gana y nunca ha ejercido la música de manera seria. Imagínense que esa misma persona se tiene que callar en un taller mecánico para no estar sufriendo las caras de paternalismo ejercido por tipos que no acabaron la primaria, que le dicen: -Señora su coche está malo, le va a salir en una lana… Que si en algún momento lleva a un plomero a su casa éste, en vez de checar la tubería de alimentación del agua potable qué es lo que ella pidió, le dice: -Oiga, señora, ¿y usted echa las cáscaras de la zanahoria en el fregadero? Porque yo a cada rato veo los drenajes tapados, entonces tenga mucho cuidado.

¿Y ahora?

Esa persona creció acostumbrada a ejercer la razón, y estoy hablando de la razón con datos de fuentes confiables, no de yo tengo otros datos porque el primo de un amigo me dijo que el virus no existía y que era un invento de china con McDonald’s. Me refiero a datos de que ya se haya tomado la molestia de buscar información seria y a partir de ellos les diga: -¡Qué bonito que uses tapabocas y te agradezco que me estés cuidando a mí, guareciéndome de tus gotas de saliva con tu tapabocas pero eso no te sirve de escudo, entonces cuídate tú también, y no por traer tapabocas salgas a la calle. Se le quedan viendo porque ya oyeron a Alatorre o a Fox hablando de epidemiología. Que en sus propios ámbitos, sea su casa, la peña donde toca frecuentemente o su muro de Facebook le recrimines y le digan: -Es que todo el tiempo quieres tener la razón… y bueno, sí, todo el tiempo quiere tener la razón y por eso se molesta en aprender, en buscar datos confiables, en investigar, en pensar antes lo que va a decir, analizarlo y tener una mínima congruencia con lo que considera sus formas de pensamiento. La cosa es que por el machismo hegemónico, estructural y sistémico normalmente llegan los hombres a explicarle cómo tendría que pensar -y eso está más que estudiado por corrientes feministas: el hombre que, sin enterarse de quién eres, llega y te corrige sobre tu tema de dominio.

¿Y la comida, apá?

Regresando a la comida, estoy de acuerdo en que el gobierno se tiene que hacer cargo de un etiquetado adecuado de la comida procesada dañina; no estoy de acuerdo en medidas extremas como las del edil de Oaxaca que prohibió el ingreso de la comida procesada pero sí que tampoco tienen porque darle tanta facilidad de colocación a los productos chatarra. Tal vez una reglamentación de que en una tienda de conveniencia ?como les dicen a los omnipresentes OXXO? solamente el 50% del OXXO pueda ser procesado y tengan que tener a la mano frutas y verduras siquiera, o tacos de canasta, caramba, estamos en la Ciudad de México; volovanes y picadas en Veracruz o zacahuil en la Huasteca o no sé qué más. Estaría de acuerdo con esa reglamentación pero también de acuerdo con que no nos tenemos que esperar a que en la escuela den unas clases de nutrición impecables sino podemos estar también militando en eso quienes nos damos cuenta. A las feministas no señalan porque dicen que traemos un filtro mental feminista instalado las 24 horas de los siete días a la semana y los 365 del año. Sí, claro, porque cuando uno se da cuenta de lo urgente que es cambiar la situación, tiene que estar en eso. Igual con la cuestionada de alimentación, no nos esperemos a que den las clases en la escuela, dediquémonos a estarlo diciendo día y noche. Como con el plástico: que en un mercado nos apliquemos a decir: -Sin bolsa, por favor- e insistirlo en voz alta, no solamente para que no nos den bolsa a nosotros sino para que los demás marchantes y consumidores escuchen; algo estaremos haciendo. Imagínense el ejército de hormiguitas insistiendo en la buena alimentación, imagínense el ejército de hormiguitas insistiendo en la paridad de género, en la equidad, en la igualdad, imagínense el ejército de hormiguitas insistiendo en la honestidad y en la no corrupción; algo podremos lograr pero también el ejército de hormiguitas tiene que tener un frente, un bloque negro que insista en cambiar lo que está chueco más arriba, en cambiar lo estructural y los que no estemos en ese bloque hagámonos un lado y no estorbemos o unámonos al bloque decididamente.

Neuronas alimentadas

Retomo el tema de los efectos de la alimentación en nuestro cerebro e insisto que en un país donde por 80 años o más nos han querido detener, nos han querido hacer menos críticos, hacer menos analíticos para que nos traguemos todas las cosas que el gobierno, que los malos gobiernos han hecho, para que no hablemos mal de nuestros mayores, para que no hablemos mal de nuestros maestros, para que no hablemos mal de nadie que jerárquicamente tenga una posición supuestamente mayor, aunque no la defienda con su conocimiento y actos. Un país en que nos han negado -a nivel pueblo- la posibilidad de analizar, diferir y debatir; en que nos han enseñado a pelearnos a trancazos en vez de debatir con razones y no a ver quién habla más fuerte, debatir con datos adquiridos de fuentes confiables y no a ver quién habla más rápido. Ojalá en este país han lastimado vaya cambiando poco a poco la situación y ojalá ya no tengamos que estar dopados ni con flúor ni con yodo ni con tranquilizantes ni cursos de coaching ni terapeutas que nos domen para que seamos los empleados modelo y para que nos creamos esta cuestión de que cada quien se hace a sí mismo y de que lo que no hemos logrado por nosotros mismos no tiene la culpa nadie. Ojalá que en mi pobre país lastimado adquiramos la facultad de señalar al que quiere explotar, al que quiere aplastar, al que quiere discriminar, segregar, anular o revictimizar a las víctimas, a las pocas víctimas que empiezan a elevar la voz. En este sentido la persona que me lea y qué más o menos conozca mis intereses actuales se da perfecta cuenta de que estoy hablando tanto del que cuestiona a la que denuncia un acosador, un violador diciéndole -¿Estás segura? No creo, mi compa no es así- como al que dice que hicieron pintas en el Hemiciclo a Benito Juárez o que se queja de que rayaron los triplays que cubren la base del Ángel de la Independencia, en vez de pensar que están hartas -estamos dijo la otra- de que gobierno tras gobierno -y en ese sentido éste no está excluido- digan que no es cierto, que no hay violencia contra la mujer y no tomen cartas en el asunto. Ojalá que mi pueblo deje de creer que los estudiantes muertos lo están porque andaban de revoltosos o en asunto de drogas, que las mujeres muertas era porque andaban de putas, ojalá dejen de creer que cada mujer que aborta es porque le gusta abrir las patas y luego matar vidas humanas nomás así, ojalá dejen de creer que el que no tranza no avanza, ojalá dejen de creer que todos los políticos son iguales y ojalá dejen de entorpecer los procesos de limpieza de corrupción diciendo que no creen en ellos así como no creen en el coronavirus.
Con todos estos ojalá, ojalá logremos construir una nueva normalidad que no implique un control social extremo como algunas lo temen y otros lo desean, ojalá la nueva normalidad que construyamos sea una que le baje tres rayitas a su consumismo y sobre todo a su desechismo tipo “me vale gorro, yo no me acordé de traer bolsa y compro una de las nuevas de $15 reusables que voy a tirar o que la voy a dejar en la casa para comprar otra la próxima vez que vaya al súper. Ojalá dentro del anarquismo más profundo y fundamental podemos hacer dos cosas: tanto aprender a gobernarnos a nosotros mismos, a no esperar a que nos digan que está prohibido salir para no salir y no contagiarnos ni esperar a que prohíben las bolsas de plástico para dejarlas de usar y no esperar a que sancionen el desecho de comida para medir lo que compramos y cocinamos para no tirar. Sí, el cambio está en uno pero además nos toca señalar las fallas del gobierno de forma ilustrada, usar los canales de denuncia de forma adecuada y exigir que estos canales sean realmente eficientes y no simplemente una simulación.

Aterrizaje forzoso

Más allá de que esto sea muro de las lamentaciones ?que sí lo está siendo un poco? regreso a la educación alternativa que mencionaba casi al principio y al desarrollo de los potenciales del ser humano. Imagínense a una persona que tenga un 10 de IQ, de coeficiente intelectual sólo va a reconocer a los que tienen de 10 para abajo, entonces al ver a uno que tiene 5, va a pensar que tiene algunas funciones un poco mermadas; una persona que tiene 50 de IQ es más probable que reconozca que el 30 está tontito (según palabras de otros) pero difícilmente va a reconocer la agilidad mental de quien tiene 100 o más. Es cierto que una persona que no tiene un acervo de datos en la cabeza y el previo análisis de estos no reconozca a quien sí los tiene. Como ejemplo puedo a poner a tantos políticos o periodistas que ahorita no reconocen el valor de que una persona con un desarrollo impresionante en la materia este ahorita al frente de un freno epidemiológico necesario por un virus terrible.
Entonces retomo, más que seguirme quejando quiero hacer una un exhorto mezclado con conjuro y sortilegio para desear que germine la puntita del iceberg que es el fenómeno Gatell ?que ha desatado que tantos y tantas paisanas y paisanos ahora entren al fenómeno sapiosexual dónde nos interesa más una masculinidad no tóxica, infinitamente tolerante, paciente para explicar pero infinitamente ilustrada, sabia, y analítica. Ojalá eso perfile un futuro para el país. Que nos dejen trabajar a quienes nos hemos tomado la molestia de cultivarnos a nosotras mismas -sabiendo que, si lo podemos hacer, también fue por algunas de nuestras circunstancias contextuales: familias que pudieron allegarnos una educación elegida a como cada familia lo entienda, un buen desayuno para llegar a la escuela también con el cerebro despierto, en mi caso hasta padres con coche que me llevaban y no me tuve que hacer ampollas en caminar 10 km diarios a la escuela a medio cerro.
Ojalá que, en vez de tacharnos con cara de náusea y decirnos que somos unos sabelotodo, nos escucharán en detalle y se preguntaran o nos dejaran explicar lo que estamos diciendo antes de pegar de gritos y decir -¿Y tú por qué hablas tanto? ¿Qué te crees?

Ojalá que mi país la palabra sabelotodo se convierta en un elogio, en un piropo y no en una palabra despectiva.

Ana Zarina Palafox Méndez
Domingo 24 de mayo de 2020,
día 63 del aislamiento.

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